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Una representación grande y brillante de Frida Kahlo dominaba la sala; destacaba entre todas las demás pinturas. Su imagen fue creada por Quetzal, un talentoso artista local cuyo nombre evoca al ave espiritual y mítica, llena de color, asociada con la cultura mexicana: Quetzalcóatl.
Quetzalcóatl, el ave, es uno de los varios dioses importantes en el panteón azteca. Es una serpiente emplumada, una deidad creadora y protectora de los artesanos. En la mitología, el ave Quetzalcóatl tenía un hermano malicioso llamado Tezcatlipoca que engaña a Quetzalcóatl para que beba un embriagante. Esto conduce a la autodestrucción, muerte y resurrección de Quetzalcóatl, impulsadas por la culpa. Quetzalcóatl se quita la vida, tras lo cual una estrella se eleva de la pira. Transformó lo negativo (la oscuridad) en positivo (la luz).
Este mito refleja la vida personal del artista Quetzal de Vallarta. Durante años, consumió la sustancia embriagante del alcohol. La culpabilidad y la vergüenza le impulsaron a abandonar dicho hábito, eliminando, en esencia, la parte oscura de sí mismo.
Después de años sin beber, Quetzal sufrió años de profunda depresión. Estar en este vacío oscuro y vacío lo llevó a buscar en su alma. Estas experiencias transformaron no solo su arte sino todo el ser de Quetzal. Ahora crea un arte completamente diferente, convirtiendo lo negativo (la oscuridad) en positivo (la luz).
Quetzalcóatl está relacionado con el planeta Venus, de los mercaderes y la resurrección. Los antiguos creían que Venus era dos estrellas, la estrella de la mañana y la de la tarde. Una estrella emerge de la luz mientras la otra desciende a la oscuridad. Venus refleja los conceptos que impregnan la mitología antigua, los de la muerte y la resurrección. Venus representa la esperanza de que a través de la oscuridad podemos resurgir. Venus, como en la propia historia del artista local de Vallarta, Quetzal, representa el despertar de la negación a la conciencia y el paso de una naturaleza inferior a una superior.
La oscuridad o bien destruye o crea gran trascendencia y belleza. Pienso en la roca ígnea, kimberlita, que proviene de gran presión y erupciona hacia la luz—es decir, hacia la superficie de la tierra, como un bebé puro recién nacido que nace a la luz desde un vientre cerrado y oscuro.
Es a partir de esto que los artesanos crean belleza. Años de escrutinio minucioso con décadas de enfoque y precisión pueden clarificar y cortar. Quetzal descarta lo que no se necesita para transformar la oscuridad en luz—sus nuevas pinturas son como diamantes multifacéticos de gran profundidad que, cuando se examinan desde diferentes perspectivas, exponen brillantes arcoíris de colores, pero de alguna manera permanecen incoloros al dejar la obra abierta a la interpretación al no decirle al espectador qué pensar.
Las primeras obras de Quetzal que vi hace más de una década sobre Frida son innegablemente hermosas. Capturan su belleza y fuerza icónicas. Este tipo de pinturas son lo que Quetzal describe como «fáciles de digerir».
El arte de Quetzal evolucionó de lo que él describe como algo que una vez fue comercial (es decir, fácil de vender y bastante rentable) a ser algo que invita a la reflexión y al cuestionamiento. Cambió su enfoque de ganar dinero a crear arte «solo por el arte» porque «necesita hacerlo».
Sus obras más recientes son interesantes, provocativas y menos prescriptivas. Invitan al espectador a profundizar en su interior. Su nuevo estilo es más íntimo y contiene imágenes que evocan curiosidad y pensamiento. Reflejan el profundo pensamiento filosófico de Quetzal y su vida recién transformada.
Se creía que Quetzalcóatl, el ave, también era el Dios del aprendizaje. Era el protector de los artesanos. Quetzal, el pintor local de Vallarta, continúa aprendiendo mientras enseña y guía a nuevos artistas. Crea comunidad y conexiones al reunir al talento local emergente de Vallarta. Esto es lo que todos los artistas establecidos deberían hacer: guiar y reconocer a otros que desean explorar y expresar la profundidad de su alma.
En la mitología, hay tres fases en la vida. La primera es superficial, puede tratarse de adquirir poder o dinero. La segunda es un período de agitación, oscuridad, y la tercera es la transición hacia el servicio y la luz.
Esta es la historia del gran artista local de Vallarta, Quetzal. Su obra surgió de la oscuridad; es decir, de su consumo de alcohol, su depresión y su enfoque en el dinero, para ahora reflejar la luz (creando arte que es fiel a las profundidades de su alma).
El arte define quién es Quetzal. «El arte es mi vida ahora, no puedo vivir sin arte. En el pasado, pintaba imágenes que sabía que se venderían». Identidad como arte son tres palabras que utilizo para describirlo, ya que el nombre elegido por Quetzal representa su existencia entera.
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