Jet’s Alive and Well: Tres tazas, una hamaca roja y la vida más allá de Facebook

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Tres copas, una hamaca roja y la vida más allá de Facebook.

Ahorita mismo estoy aquí, colgada en una hamaca roja intensa, en mi cabin con vista al mar en el Virgin Voyages. Flotando entre las islitas blancas de Grecia y las arenas viejas de Turquía. Atlantis Cruise 2025, babys: diez días de hombres, traguitos y esas revelaciones que te llegan a media vida cuando menos lo esperas.

Mi piel dorada, bronceadita, brillando contra el mar azul zafiro. Ese azul que ni con el mejor filtro de Insta lo logras, honey. Y aquí voy yo, en este Jets Global holiday—Egipto, Grecia, Turquía—como un torbellino. Y de repente… respiro. Pauso.

Atrás de mí, dormidito, está mi amorcito. Mi twink panguero precioso. Sí, mija, un panguerito local, 21 años, pero con alma de vieja que ya entendió todos los moods del mar. Todavía con la sal pegada en el pelo, las conchitas doradas colgando de su cuello, y esos labios, ay, que dan ganas de comermelas cada momento. Y cuando sonríe hacia el horizonte… siento que el pinche mar se pintó solo para él. Y maybe sí.

Estamos aquí, entre continentes, pensando en estos meses que se sintieron como años: enamorarme en un puesto de tacos, terminar en un throuple con un cubano huracanado, sobrevivir al desmadre del algoritmo que me borró del mapa online, lanzar mi primer club: Club Jets, expandir el imperio por playas y fronteras… todo sin la plataforma que antes era mi todo: Facebook.

Así que mientras el barco me lleva a Estambul, café en mano, olas debajo, me entra la pregunta existencial: ¿Quién soy yo in love? ¿Quién soy yo en business? ¿Quién soy yo sin ese ruidito eterno de las notificaciones?

🌮 El Príncipe del Puesto De Tacos

Mijas, todo arrancó como arranca el amor en Vallarta: no en una gala, no en mi club, ni en Grindr. Fue con unos taquito en Pitillal, alli en frente de la Farmacia Guadalajara, ya saben cuales verdad? A las dos de la mañana.

Ese twink surfer, con todo el flow, no era el típico gay de Vallarta. Claro, tenía el cuerpo perfecto para su Insta, pero andaba en plan de cottoreo equis como el dice. Él era casual, costeñito, besado por el sol, no por las joterria de blue chairs. Era chico del mar, fluyendo con las mareas de luna, como yo entre pasión y horizonte.

Inocencia y travesura en un solo paquete: pelo con sal, conchitas en el cuello, y la salsa escurriéndole de la boca como para que yo me lo comiera antes de que el taco se enfriara. Su risa libre, su mirada firme. Y yo, que siempre estoy corriendo tras el imperio, me sentí… anclado.

Obvio, caí al instante. Ansioso, como Charlotte vi tradición; como Carrie vi un historia; como Samantha vi pecado; como Mr. Big, fingí cool mientras ya decoraba mentalmente la casa, los barcos, el clóset compartido oliendo a limón y sal. 

🌪️ La Tormenta Que Es El Cubano

Pero Vallarta no te deja navegar tranquilito mucho tiempo.

Una noche, unas copas después… llega el cubano chacalón, riquisimo, tatuado de pies a cabeza, y con un acento que te derrite. Entró como huracán categoría cinco: magnético, sabroso, puro fuego. No era puerto seguro, mija. Era tormenta que te arrastra. Y pues yo, capitan curioso, me dejé llevar.

¿Y qué pasó? Lo impensable: en vez de tumbar lo que ya tenía, lo sumó.

Ya no era solo yo y el chacalito panguero. Ahora éramos nosotros… y el cubano. Tres copas al aire. Ninguno lo planeó, pero todas bebimos.

El pangero era mi ancla. El cubano era fuego. Yo, el visionario. Entre los tres, un amor caleidoscópico.

Ridículos, apasionados, vivos. Desnudos en mi panga al atardecer. Tacos a mordidas a medianoche. Bailes descalzos bajo las palmas mientras Vallarta se difuminaba. No tenía un novio, tenía dos. ¡Y lo mejor! Ellos se amaban entre sí.

Pero ya saben, tres copas siempre se tambalean. Celitos, inseguridades, silencios incómodos. Cuando dos cuchicheaban, ¿el otro se sentía fuera? Cuando uno pedía cariño, ¿el otro se alejaba?

Yo queriendo ser Mr. Big—frío, distante—pero era Miranda con jaqueca, analizándolo todo. Y aun así, había noches perfectas: uno cocinando, otro masajeando. Me sentian Cleopatra jaja. Tres cuerpos, un solo corazón. Y pensaba: “Esto no es caos. Esto es el futuro del amor.” 

Pero, mija, las tormentas se apagan. El fuego cubano se consumió. Y lo que quedó fue mi chacalito panguero: paciente, firme, todavía con el flow y certeza que amaba y con esa mirada que me ancló desde los tacos del Piticity.

📱 La Desaparición de Jet

Y como si tuviera suficiente drama en la cama, ¡zas! Tormenta digital.

Facebook, la base de mi imperio por diez años, me borró de un jalon. Mi grupo—Puerto Vallarta Gays con más de 40 mil miembros—la plaza gay, el concierge, el hotline de la ciudad. ¡Pum! Desaparecido.

¿La razón? El algoritmo me marcó de trata de personas porque el grupo permitio posts, de “masajistas.” cuando por 7 años no habia pedo, ¡Imagínate! Una palabra y bye: siete páginas, mi perfil, mi Insta… todo se fue a la verga.

Los chismes volaban: “Lo secuestraron.” “Se murió.” Pues claro, alguien tan everywhere como yo, de pronto calladita… se escuchaba fuerte.

Yo en pánico. ¿Quién soy sin likes, shares, posts?

Y entonces recordé una frase de Frida: “Échame tierra y verás cómo florezco.” Y floreci, chicas. Floreci. 

🎶 Club Jets y el regalo del silencio

Sin Facebook, construí algo real.

Nació Club Jets. No para turistas, sino para la raza local: lo queer, lo trans, lesbianas, los alternativos que aman el techno. Un shock, porque todo lo mío era turismo. Pero esto… esto era mío. Mi baby. Mi Berlín en Vallarta. 

Hoy, Club Jets es puro queer joy: pronto cinco conceptos en uno, espacios de arte, mercados, dark rooms, cabinas, y un Jets Lounge para las chicas nice. La hermana terrestre de mi playa nudista, pero con vibras techno en vez de olas. 

Y mientras tanto, mi imperio seguía creciendo: los yates full, playa nudista todo que vers, Jets Concierge lanzando, franquicias en camino para Zipolite, Sitges y más.

Entendí algo: no necesito Facebook para ser Jet. Yo soy Jet De La Pinche Isla. Mis amantes, mis amigos, mi family escogida, mi equipo. Ellos son la red. Ellos son el algoritmo que vale.

👠 ¿Quién Soy Ahora?

Aquí, en la hamaca, olas chocando, mi chacalito al lado.

A los 40 ya no elijo: soy Samantha los viernes de peda, Charlotte el domingo con brunch, Miranda el lunes con nómina, Carrie con mi Mac y martini, Mr. Big cuando entro a Club Jets como el dueño (porque lo soy).

Puedo amar a un twink con conchas, sobrevivir una tormenta cubana y volverlo historia. Puedo perder Facebook y levantar algo más grande: pasión real, no algoritmos.

Así que no, comadres, no me secuestraron. No estaba muerta. Estaba vivirndo, amando, construyendo.

Y cuando regrese a Facebook—si regreso—será a mi modo. Porque una vez que bailas descalzo, ya no vuelves a pedir zapatos.

🥂 Tres Copas, Un Horizonte

Si en New York preguntaban si las mujeres podían tenerlo todo, Vallarta responde: “Sí, mi amor. Pero no como lo imaginabas.”

El amor no siempre es un chico para siempre. A veces es un taco a las 2 de la mañana, una tormenta cubana y un chacalito twink con salsa en los labios.

El poder no siempre son likes. A veces es una pista llena en Club Jets, un team vibrando, un imperio cruzando mares.

¿Y la felicidad? Una hamaca roja, un mar zafiro y una pausa para decir: ya lo tengo todo.

Así que me pregunto… en este mundo de throuples, tacos y techno… ¿tres copas son demasiadas? ¿O justo el brindis que Vallarta siempre quiso levantar?

Y si. Mas chisme pronto, mis chiquitas. Más chisme prontito. No se preocupen.

Jet, tu Carrie Bradshaw tropical, en y más allá de Vallarta.

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