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Uber le llevará a Las Carmelitas. Es posible que el conductor vacile visiblemente ante algunas de las empinadas cuestas que se elevan sobre los 1,5 km de propiedad privada una vez que se sale de Par Vial (desde la calle Av. Libramiento antes del túnel). Puede que se sienta obligado a darle una propina excesiva, como hice yo.
Te dejará junto a un patio vacío que, en el pasado, fue la ubicación del restaurante. Hoy debes subir por la rampa pintada de blanco, no tiene pérdida. La rampa zigzaguea como una serpiente confiada antes de llegar al comedor. Y las vistas.
Las Carmelitas, el punto de acceso público más alto de la ciudad, le dejará sin aliento. Con sólo girar la cabeza podrás contemplar La Zona Romántica y ver cómo un crucero sale del nuevo puerto situado frente a Galerías Vallarta y se adentra en el mar.
Quédese el tiempo suficiente y notará la diferencia entre la velocidad de la vista y la del sonido cuando los fuegos artificiales de Piratas de la Bahía estallan en un espectáculo tan pequeño que cabría en la palma de la mano y, segundos después, vuelven a estallar sólo para sus oídos.
La margarita es una bebida muy popular. Llega en un vaso que parece una canica de gran tamaño, turbia y con un remolino de colores que la atraviesa, cuyo tamaño y peso se asemejan más a los de una bola de bolos de cinco bolos.
Muchos de los platos del menú le parecerán un poco caros, sobre todo teniendo en cuenta la decoración inacabada de la estructura, y su plato principal le decepcionará. El servicio es notablemente lento, pero no lo olvide: está allí por las vistas. Y la mayoría de las noches el comedor parece todo suyo.
He visitado Las Carmelitas en dos ocasiones y en cada una de ellas no había más de cuatro comensales, cada uno de nosotros lo suficientemente distanciado como para que nuestra conversación y la experiencia gastronómica en general se sintieran totalmente íntimas, cada uno de nosotros turnándose para fotografiar las colinas bordeadas de bosques que suben más allá del edificio, así como las vistas de la bahía, señalando lugares individuales de la ciudad desde una nueva perspectiva elevada.
Esté prevenido: Uber no te recogerá en Las Carmelitas. Pero el personal está preparado. Su camarero sabrá a qué taxi llamar y en un abrir y cerrar de ojos estará de vuelta bajando la serpenteante colina, entre las luces y el tráfico, de vuelta al bullicio de la ciudad, y a casa.
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