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Fotos de Michael Fluck
Durante más de dos décadas, las luces de la vida nocturna de Puerto Vallarta se han reflejado en las lentejuelas, las pelucas y los tacones altos de Diva Daniela, una de las artistas drag más veteranas de la ciudad. Pero detrás del brillo se esconde una historia de supervivencia, resistencia y un profundo compromiso con la comunidad.
Nacido como Daniel Estrada Jiménez en Autlán, Jalisco; Diva Daniela llegó a Puerto Vallarta hace 20 años, buscando un nuevo comienzo. Lleva 25 años actuando profesionalmente -y casi tres décadas vistiéndose de drag- pero dice que su camino hacia el escenario fue todo menos planeado.
«Nunca imaginé hacer drag», dijo. «Empecé a vestirme de mujer cuando mis padres me rechazaron por ser homosexual. Era una forma de salir adelante y sobrevivir en una sociedad en la que todos nos marginaban».
Sus primeras actuaciones tuvieron lugar en plazas de toros, donde ella y una compañera interpretaban populares dúos de sincronización labial del dúo pop argentino Pimpinela. Su primer número en solitario fue el de Paulina Rubio, pero confeccionar el vestuario fue todo un reto. «Conseguir cosas para vestirme fue difícil», recuerda. «Se trataba de arreglármelas con lo que tenía».
En Puerto Vallarta, encontró una ciudad que acogía su arte y su identidad. Durante los últimos 14 años, ha sido una fija en el Blue Chairs Resort by the Sea, un conocido centro de la vida nocturna LGBTQ+ en la Zona Romántica. Sus espectáculos combinan la interacción en directo, el humor y un don para leer la sala, algo que, según ella, es su parte favorita del trabajo.
«Disfruto del escenario en todo su esplendor, pero lo que más me gusta es interactuar con el público», afirma. «Esa conexión lo es todo».
Cuando se apagan las luces, la vida de Daniela va mucho más allá del club. Cocina comidas para vender y ayuda a promocionar a otros artistas en Internet, utilizando sus habilidades en las redes sociales para apoyar a otros en la industria. También le apasiona caminar – «mi forma de despejar la mente»- y trabaja como locutora de radio, donde su voz transmite una mezcla de encanto y candor.
La historia de su vida es también una historia de activismo. A lo largo de los años, Diva Daniela se ha convertido en una abierta defensora de la comunidad LGBTQ+ de Puerto Vallarta. Promueve la cultura drag, es mentora de artistas emergentes y participa en causas y movilizaciones comunitarias. Durante la pandemia de COVID-19, organizó actividades de ayuda para los más afectados, combinando el entretenimiento con la solidaridad.
También dirige Conexión LGBT, un colectivo de base que proporciona asistencia social. Mediante la recaudación de fondos y donaciones, el grupo ha llegado a familias vulnerables con alimentos, ropa y suministros esenciales. «Se trata de demostrar que nos cuidamos unos a otros», afirma Daniela.
Su trabajo y su arte se basan en el mismo principio: la visibilidad. «El drag es algo más que estar guapa», afirma. «Se trata de romper estigmas y mostrar al mundo que existimos, que tenemos talento y que contribuimos a la sociedad».
Esa visibilidad, señala, ha sido más fácil de conseguir en Puerto Vallarta que en muchas otras ciudades. Conocida desde hace tiempo como un paraíso para los viajeros y residentes LGBTQ+, la ciudad turística se ha forjado una reputación de inclusión, tanto en sus playas como en su vida nocturna.
«Lo que más me gusta de Puerto Vallarta es su gente», dice Daniela. «Es un lugar donde me siento segura y sin estigmas».
Su presencia en la escena drag de la ciudad ha coincidido con el auge de Puerto Vallarta como uno de los destinos LGBTQ+ más destacados de México. Desde los clubes de playa hasta los cabarets, los espectáculos drag son ahora una piedra angular de la economía turística, atrayendo a visitantes de toda Norteamérica y más allá. Daniela ha formado parte de esa transformación, pero también reconoce el trabajo que aún queda por hacer para garantizar la igualdad y la aceptación durante todo el año.
«El turismo ayuda, pero tenemos que seguir construyendo espacios en los que las personas LGBTQ+ locales puedan sentirse seguras y prosperar», afirmó.
Para los jóvenes que quieren entrar en el mundo drag, el consejo de Daniela se basa tanto en el arte como en la autoestima. «Sean auténticos. Aprendan de los demás, pero no intenten ser otra persona. Y no tengan miedo del trabajo que hay detrás del glamour, porque hay mucho de eso».
Cuando reflexiona sobre su carrera, Daniela ve su trayectoria como un testimonio del poder de la reinvención. Desde las dificultades de sus primeros años de vida hasta las noches llenas de aplausos en Puerto Vallarta, ha construido no sólo una persona, sino una plataforma.
«Hay dolor en mi pasado, pero lo convertí en algo hermoso», dijo. «Cada vez que subo al escenario, recuerdo por qué empecé -para sobrevivir- pero también por qué continúo -para vivir plenamente y ayudar a otros a hacer lo mismo-«.
Ya sea acaparando los focos con un vestido reluciente o entregando comida a una familia necesitada, Diva Daniela es la prueba de que el drag puede ser tanto una forma de arte como un salvavidas, y de que, a veces, las luces más brillantes brillan desde los lugares más difíciles de conseguir.
Este artículo pertenece a nuestro número impreso de otoño de 2025. Puede consultarlo aquí.
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