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Como cualquier persona que se prepara para recibir a un visitante especial, los paisajes de Puerto Vallarta se embellecen antes de su llegada. La temporada de lluvias colorea las laderas de las montañas de la Sierra Madre y las deja brillando en su esplendor verde. Los ríos corren abundantes y cristalinos hacia el mar, donde los invitados de honor comienzan a hacer su aparición.
Poco a poco, durante los últimos días de noviembre y los primeros días de diciembre, los altos chorros de agua expulsados por sus espiráculos anuncian su llegada, dejando nubes de brisa marina flotando en el aire como fuegos artificiales celebrando su entrada triunfal en la bahía. ¡Las queridas ballenas jorobadas finalmente han llegado!
Después de una larga migración desde las aguas heladas al norte del continente, estos imponentes cetáceos comienzan a salpicar la superficie de la gran Bahía de Banderas con sus juegos, dejando claro que las grandes proporciones no están reñidas con el juego. Al parecer, las aguas templadas del Pacífico Mexicano son su patio de recreo favorito.
Además de pasar el invierno en aguas más cálidas, su viaje tiene otro propósito muy especial. Las ballenas jorobadas han elegido este lugar del planeta para llevar a cabo sus rituales de apareamiento y – casi un año después – tener a sus crías en este mismo lugar. Con un poco de suerte, es posible presenciar sus asombrosas danzas de cortejo, una carrera donde los machos persiguen a las hembras a alta velocidad, chocando entre sí, compitiendo por el honor de perpetuar la especie.
Puerto Vallarta cuenta con varias empresas certificadas para observarlas de cerca – como Ecotours Vallarta, Wildlife Connection, Vallarta Adventures y Mike’s Fishing & Tours, entre otros operadores turísticos – que cuentan con biólogos y guías expertos que explican un poco sobre el fascinante mundo de las ballenas y su comportamiento. Además, sus embarcaciones tienen hidrófonos para escuchar sus enigmáticas canciones.
También puedes presenciar momentos sublimes, como los becerros salpicando alrededor de su madre, o cuando uno de estos colosales mamíferos se eleva fuera del agua para dejar caer toda su tonelaje en lo que se cree que es una forma de deshacerse de algunos parásitos. Para aquellos que tienen la fortuna de presenciarlo, es un espectáculo absolutamente asombroso que nunca olvidarán.
Después de un tiempo en la superficie del mar, las ballenas se preparan para sumergirse arqueando sus cuerpos – de ahí que se las conozca como jorobadas – despidiéndose para bucear durante unos minutos mostrando su cola, cuyas manchas blancas son únicas para cada ejemplar y las identifican como si fueran su huella dactilar.
Este espectáculo natural único dura aproximadamente 5 meses – hasta el mes de abril – cuando las ballenas comienzan su regreso acompañadas de sus recién nacidos en su primer viaje hacia el norte, algunas de ellas llevando en sus vientres a los becerros que darán a luz en su próxima visita.
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